El feng shui, literalmente viento y agua, es un antiguo sistema filosófico chino de origen taoísta basado en la ocupación consciente y armónica del espacio, con el fin de lograr de éste una influencia positiva sobre las personas que lo ocupan. Con la práctica del feng shui se pretende generar una energía armónica en todos los ambientes de la casa.
Los tres puntos clave de la vivienda son la entrada, la cocina y los dormitorios.
La puerta es la boca del Chi, por eso es el primer lugar que debemos armonizar. Desde el punto de vista energético la puerta sólo debe permitir entrar lo positivo y mantener fuera lo negativo. Colocar flores y fotos de familia, colores naranjas o amarillos y a ser posible tener una buena iluminación, ayuda a reforzar la sensación de bienvenida.
Al cocinar, se transmite la energía a los alimentos y puede influir en los habitantes de la casa. Se aconseja no poner cerca ni enfrentar el horno (fuego) y el lavavajillas o lavadora (agua). El verde, el amarillo y los colores crudos y naturales son una buena alternativa.
El dormitorio es la estancia más importante de las casa. El cabecero de la cama debe tener detrás de ella una pared o tabique sin ventanas o puertas y si puede ser estar lo más alejada de la puerta de entrada. Es preferible que no haya nada ventiladores de techo o lámparas de gran tamaño colgando sobre la cama para no generar sensación de amenaza.